viernes, 15 de mayo de 2015

La Maestra "Betty"

Creo que casi cada uno de nosotros en algún momento nos enamoramos de alguno de nuestros maestros o maestras cuando eramos niños, y pocos (no conozco a nadie mas) debieron ver cerca realizar ese sueño o fantasía.

Bueno en realidad yo me "enamoré" al menos de 3 de mis maestras. La primera que es la mujer que ocupa la inspiración de esta entrada, otra de mis profesoras de Ciencias Sociales en la Secundaria y una de mis profesoras de la universidad que de no ser por su marido que me rompió el ritmo de "ligue en proceso" embarazándola antes de graduarme probablemente hubiera dado otro sentido a lo que aquí escribo.

A la persona a quien me refiero le he cambiado el nombre a "Betty" porque conozco gente que leerá esto y la conoce.

Cuando cursaba el cuarto año de primaria la profesora a cargo de mi grupo se tuvo que retirar 3 meses después de iniciado el curso por incapacidad de embarazo, así que nos llevaron a una profesora suplente que aún estaba cursando o terminando la escuela normal para cubrir el vacío. Una chica de unos 17 años morena de pelo corto, delgada y de linda voz, siempre según recuerdo usaba jeans (y no se cómo a mis 9 años ya la mezclilla bien ajustada causaba extraños en mi). Ella era por supuesto la maestra "Betty".

Recuerdo que efectivamente a ella si le llegaron manzanas de mi parte, también recuerdo que al final de clases era bueno preguntar cualquier cosa de la tarea para recibir su mirada solamente en mi y despedirme de un beso en la mejilla sin apuros por salir... Me gustaba y claro que lo suficiente para asistir a clases con gusto y hacer las tareas lo mejor posible para recibir la felicitación de su parte.

Así corrió el ciclo escolar, y regresando a cursar el 5to grado no supimos nada más de ella. Triste historia ya que mi profesora de ese curso era la menos agraciada de todas las que en esa escuela laboraban.

Corrieron los años de secundaria y casi los primeros dos del bachillerato. Ahí hice la mayoría de las amistades que ahora tengo.

Uno de mis amigos a quien le perdí la pista Juan Manuel (mi "compa" para mi y Cindy para la mayoría de los gandallas de la escuela que le decían así porque le faltaban un par de dientes que perdió en un accidente, es decir era Cindy-entes). Mi compa y yo teníamos una afición en común, jugar al Squash así que una vez por semana pasaba yo por el a su casa para practicar un par de horas. En una ocasión, llegue por el y tocaba tanto el timbre como el portón y nadie me abría, sin embargo yo insistía con timbre y puerta cuando de repente de la casa de a lado se asoma una chica, y me dice que no había nadie en la casa de al lado porque habían salido. Nos miramos probablemente un segundo o dos y dice: ¿Lalito? Y yo: ¿Maestra Betty?

Ese día de Squash se convirtió en una tarde de charla, refrescos y cine. Yo tenía 16 -17 años y ella 24. La brecha de la edad era la misma, no así la de la madurez. Esa vez, fue una de las salidas más esperadas y menos preparadas, una tarde especial.

Repetimos en otra ocasión la salida al cine, ahí me atreví a robar un beso que fue correspondido sólo por un momento y eso fue todo lo que logré de mi enamoramiento de niño. No hubo comentarios, ninguno de ninguna parte. Nos despedimos en la puerta igual que la primera vez y ya no hubo más visitas a mi profe, ni llamadas de mi parte y mucho menos de parte de ella.

Hoy a la distancia pienso muchas cosas pero sólo estoy seguro de una. Los dos supimos entonces que no había más después de eso.

No se sí así se viven las fantasías, no se sí puedo decir que se cumplió. Lo que puedo decir es que vale la pena recordar el momento y que no debemos olvidar que la vida da mil vueltas y sorpresas.

Sólo puedo agradecer a "Betty" esa oportunidad de cruzarse un par de veces en mi vida, ambas ocasiones para enseñarme cosas diferentes y siempre de la mejor manera.

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